La cultura germinada o inspirada en las ciudades portuarias, además de expresarse a través de sus diferentes modalidades como la música, las artes plásticas, la tecnología, así como de otros ámbitos de la creatividad humana, necesita expresarse en la arquitectura y el urbanismo.
En Europa, casi el 40% de la población vive en ciudades de tamaño medio, como es el caso de Algeciras. Los cambios sociales, culturales, ambientales, económicos y tecnológicos que se están produciendo, básicamente tienen lugar tanto en las grandes ciudades como en sus áreas metropolitanas anexas.
Son, por lo tanto, estas ciudades medias y, sobre todo, las portuarias, las que deben dotarse de interés para atraer a empresas y trabajadores con talento; a la vez que conserva su cultura, su patrimonio, así como sus señas de identidad. En particular, tienen que atraer a los jóvenes para compensar su natural envejecimiento y la reducción de la población.
Y es en este escenario, de las relaciones puerto-ciudad, donde actuaciones como la del Llano Amarillo en el extremo norte de la zona portuaria en contacto con la ciudad, cobran una importancia vital, como ocasión de un renacer basado en la economía del conocimiento, a través de la innovación, de la cultura, el paisaje, el mar y la calidad de vida. Y aquí, en lo relativo a la calidad de vida, es donde la arquitectura y el urbanismo reclaman su protagonismo. Ciudades de tamaño medio con calidad de vida servirán de reclamo para el talento digital joven permitiéndoles tanto su desarrollo profesional como personal.
El proyecto del Lago Marítimo de Algeciras, además de una actuación integral que busca una mejor integración puerto-ciudad como parte del proceso de recuperación en el área urbana y portuaria, pretende así, igualmente, ser fuente de progreso para el territorio (económico y social, trabajo, etc.) en el que se implanta, sobre la base de la innovación, las nuevas tecnologías, la investigación, etc.
Deja una respuesta